domingo, 16 de julio de 2017

LA ORDEN TEMPLARIA Y EL SECRETO DE CONSTANTINO EL GRANDE

Lo que hizo caer en desgracia a la Orden del Temple sigue siendo un misterio. Tenemos muchos datos y probabilidades, todas, seguramente, válidas y ciertas, pero lo cierto es que ninguna determinante y, a medida que los amantes de la Orden continúan estudiando y analizando lo que aconteció, aparecen nuevas posibilidades. (y decimos amantes de la Orden porque los historiadores oficiales no exponen más que lo que ya tenemos como ortodoxia histórica; o sea, casi nada)

El fin de su estancia en Ultramar... La desmedida deuda del sátrapa asesino Felipe... El miedo del inútil y criminal Clemente... Las envidias de todo noble, obispo y abad... Todo ello y más es cierto. Pero podría haber otro dato que, de momento no ha sido puesto a la luz: el Temple fue la Nueva Alianza, sucesora de la tercera, la de Constantino el grande.

Este césar romano, sigue siendo considerado en los libros de historia oficial, así como en la historia eclesiástica como el emperador romano que cristianizo el Imperio, un monarca romano que abandonó sus creencias para abrazar la fe en Jesucristo. Incierto, absolutamente incierto. Constantino el grande no fue cristiano, no abrazo a Cristo ni siguió la doctrina, magisterio y obediencia a la Iglesia vaticana; al menos hasta su lecho de muerte en el que, posiblemente, fuera bautizado... Quizá por lo que pudiera pasar... Quizá obligado por las circunstancias.

Se le ha denominado el Treceavo apóstol (una vez más quitando el puesto a la Apóstol apostolorum, la real número 13, María Magdalena) porque, es cierto, convocó el Concilio de Nicea y dio nueva carta de naturaleza (y poder político y real) a la Iglesia cristiana oficial (porque había otras muchas a las que poco a poco fueron eliminando (o no)

Pero Constantino no fue cristiano; en realidad pasaba de la Iglesia (a la que dominaba como emperador) porque él era el Amigo de Dios, el Reflejo del Logos en la Tierra, en él se desarrollaba la idea hermética de "lo que sucede en el Cielo sucede en la Tierra" Constantino estableció una Nueva Alianza con Dios, transformándose en su Amigo, su interlocutor; y en esta misión divina no tenía papel alguno Jesús el Cristo.

Luego estaríamos ante la Tercera Alianza. La primera fue de Dios con Abraham. La segunda de Dios con Jesucristo. La Tercera, entonces, sería la de Dios con Constantino, para lo cual, la Iglesia cristiana no era más que una herramienta más. Luego, ¿que pasaría si hubiera una Cuarta alianza? En efecto, esta pudo producirse entre Dios y la Orden del Temple, y para ello, de nuevo, la Iglesia cristiana no era necesaria excepto como una herramienta logística, una cobertura, pero, sin duda, quedando fuera del nuevo abrazo de Dios con su (sus) elegido.

Hay diversas similitudes entre la Alianza de Constantino el grande y la de la Orden del Temple. La principal es que en ambas, no se tratarían de cristianos, sino de utilizar a la Iglesia. La segunda que las batallas del emperador romano, quien llegó a unificar el imperio creando una nueva capital, eran en realidad Cruzadas divinas, de Dios, de la misma manera que las batallas en las que intervenía el Temple eran cruzadas de Dios, no de los hombre (de los reyes, nobles o iglesia) Y en tercer lugar, tanto el monarca como la Orden dispusieron de comunicación directa, reservada (o secreta) con Dios.


Y quizá por ello, al volver de ultramar, al serles debido tanto dinero, al disponer del único ejército regular, al ser inmensamente ricos, al tener miles de encomiendas, al traer a Europa la cultura ecuménica transformadora... Por todo ello y porque la Orden suponía la Cuarta Alianza, fue por lo que los asesinos Clemente papa y Felipe rey intentaron acabar con la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón... Lo intentaron. Porque la Cuarta Alianza se ha mantenido con la luz astral del Paráclito femenino de María Magdalena.