domingo, 5 de enero de 2014

EL MISTERIO DEL ORIGEN DE LA ORDEN II

Como ya hemos comentado, los orígenes de la Orden de los Caballeros Templarios están llenos de misterios; misterios y enigmas que se remontan en el tiempo, hasta la era del Egipto pre-faraónico, de los auténticos constructores de las Pirámides, entre el 10000 y 12000 a.C.

Bernardo de Claraval
El Enigma de la Orden supera a los piadosos caballeros francos que, tras la primera cruzada, querían proteger el Santo Sepulcro y a los  peregrinos que deseaban visitarlo. Los primeros pasos, o reuniones, que darían como fin la creación de un grupo de caballeros-monjes, tenemos que buscarlos en la creación de la Orden del Cister, como una extensión de la Orden de san Benito, que deseaba una vida de pobreza, austeridad y renuncia; pero a la vez, un conocimiento del Secreto que, de alguna manera, se le estaba escapando a la jerarquía eclesial.

Tres personajes son principales en esta trama (en esta rama de la trama que, en realidad, es un árbol frondoso) Bernardo, Esteban y Alberico, todos ellos monjes destacados del nuevo Cister y avezados en diversos conocimientos filosóficos, religiosos, espirituales y mágicos.

Esta parte de la historia suele despistar a los ortodoxos que ven en la Orden de caballería templaria sólo un proyecto guerrero de caballeros deseosos de aportar su espada al nuevo Reino de Jerusalén. Pero lo cierto es que si Bernardo fue el ideólogo que, no sólo concibió la nueva milicia de Cristo, no es menos cierto que él bebió de sus hermanos Alberico y, sobre todo, de Esteban, quienes, muy posiblemente, tenían conocimiento del Secreto intemporal, de los antiguos egipcios, y que con la Orden templaria, vería de nuevo la Luz en la construcción de las Catedrales góticas auspiciadas por la Orden.

Pero además, el ideal de estos destacados monjes no sería sólo la salvaguardia y difusión general, para todos, del Secreto (aunque manteniendo las reservas necesarias) sino la creación de una auténtica nueva sociedad, basada en el Humanismo cristiano, muy alejada de la ortodoxia de Roma y de sus acólitos episcopales, y donde tuviera cabida principal el ecumenismo real de las distintas religiones, místicas y mágicas conocidas...

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