martes, 1 de julio de 2008

¿SUFRIÓ SAN FRANCISCO DE ASIS LOS ESTIGMAS DE CRISTO?

¿Sufrió el famoso fundador de la orden mendicante franciscana los estigmas de Cristo?

Es una pregunta que nos traslada en forma novelada John Sack en su trabajo La conspiración de Asís, ed. Planeta.

Sack expone, en una trama de misterio alrededor del santo italiano, que los huesos de san Francisco fueron escondidos por un grupo de seguidores, escondiendo un secreto. No vamos a desvelarlo porque para eso es mejor que leáis la novela (se deja leer aunque no es ninguna maravilla)

Es generalmente aceptado que san Francisco sufrió durante como estigmatizado, reflejándose en su cuerpo las cinco célebres heridas que sufriera Jesús en la cruz: los clavos en manos y pies, así como la lanzada en el costado.

San Francisco, fue tan amado como odiado por sus propios seguidores, ya que sus ideas eran absolutamente contrarias a la norma general de la Iglesia de su tiempo, y mientras que él predicaba y actuaba desde la más absoluta de la pobreza, sus contemporáneos eclesiales: desde el Papa a los obispos, pasando por los propios frailes menores, vivían en la opulencia más desvergonzada.

De todos es sabido que Giovanni di Bernardone, más conocido por san Francisco de Asís, era un joven adinerado que lo dejó todo para asumir la pobreza y predicar el evangelio más puro, el de los primeros apóstoles y discípulos de Jesús. Giovanni tiene una filosofía cristiana extremadamente parecida a la de los Buenos Cristianos, también conocidos como Cátaros; aunque en su caso, no se le persiguió como hereje, sino como rebelde contra el Poder establecido de ricos clérigos. De hecho, nunca llegó a ser General de su Orden, sino que tuvo que contentarse con ser el alma mater y maestro espiritual; pero nunca detentó el inmenso poder que si disfrutaron sus más cercanos seguidores.

Francisco, además de crear la Orden de los Franciscanos, hizo lo propio con la rama femenina, las Clarisas; ambas hermandades de carácter mendicante y evangelizador, no conventuales como después se forjaron; principalmente porque dentro de los conventos bien abituallados, los frailes y las monjas se sentían más seguros y cómodos que entre los hermanos marginales en los que gustaba estar a su fundador.

Francisco, además, viajó hasta Egipto para predicar el evangelio entre los musulmanes, lo que supuso un fiasco. De vuelta a su tierra, prefirió continuar entre los más pobres, concretamente los leprosos a los que amaba, que entre los ricos y adinerados abades y obispos. Esto supuso un auténtico cisma en la Orden, que se decantó con su propia persecución y la de los hermanos más fieles a las ideas originales de Francisco, algunos de los cuales fueron asesinados, torturados u obligados a callar, siendo ocultados.

Los Estigmas

Nadie pondría dudas a esta realidad… ¿O sí?

En efecto, es posible que lo que para todos es una bendición de Dios por su extremada espiritualidad y amor a Cristo, sea en realidad otra cosa.

Tanto las heridas que sufrió en las manos y los pies como en el costado, así como la ceguera que le incapacitó en sus últimos años, podrían ser los síntomas de otra cosa, de una enfermedad conocida y muy común en su época: la lepra. De hecho, Francisco gustaba de moverse entre los enfermos afectados e incluso les besaba en la boca a menudo como muestra de su amor cristiano hacia ellos, los más desheredados socialmente.

Las heridas en manos y pies son corrientes entre los afectados de lepra, así como la aparición de una herida contusa única en la espalda. También los que sufren de esta terrible enfermedad terminan ciegos.

Por supuesto, estigmas o lepra no quita a Francisco ni un átomo de espiritualidad y de entrega incondicional a los menos favorecidos. Lo suyo era un don, el carisma de la pobreza, de la palabra evangélica y del amor a los hermanos como reflejo del amor a Jesucristo.

Lo que se hizo con el buen santo no tiene nombre y es una de las mayores tropelías de la Iglesia católica. Pero el enigma de sus estigmas continúa, porque los huesos de Francisco no han sido desenterrados aún para ser analizados, pese a que se conoce con seguridad su ubicación: la cripta de la Basílica de san Francisco en Asís.

Quizá para no echar por tierra el mito de los estigmas. O para continuar ocultando la injusticia que se le practico en vida. De hecho, a san Francisco se le conoce como el Segundo Mesías (siempre por detrás de Jesucristo y sin su condición de divinidad) pero tal y como el Maestro de Galilea, sufrió la cruz en vida, sufrió una transformación espiritual, fue traicionado por sus seguidores y su Mensaje fue mancillado y transformado por el Poder establecido.

2 comentarios:

Jigor dijo...

Que coincidencia, justamente hoy me dio por buscar información acerca de los franciscanos, y sobre ese gran santo que fue Giovanni de Bernardonne, pero no sabía de las persecuciones que sufrió por parte de la misma Iglesia Catolica...da que pensar. Saludos desde Sudamérica.

Unknown dijo...

pero cual es su relacción con la orden del temple?